domingo, 24 de junio de 2007

vivi vs jorge rial

A principios de diciembre del 2000 me encontré casualmente con Jorge Rial en el country donde él vive y yo pasaba mis vacaciones. Me contó que estaba por largar un programa, que se iba a llamar Intrusos, y que tendría el estilo de Crónicas Marcianas, un éxito de la televisión española que consistía en una mesa redonda en la que un grupo de gente se pasaba la pelota una a la otra y polemizaba sobre la actualidad. "Lo mejor es que tengo un equipo espectacular", me dijo. "Ayer firmé el último contrato con una mina que me pareció bárbara, y eso que algunos me habían hablado mal de ella". El entusiasmo de Rial iba in crescendo: "es una mina que va al frente, es guerrera y, además, lo que voy a privilegiar en este grupo es que sea buena gente".

A los pocos días me encontré con Viviana Canosa en los pasillos del 9. No usaba maquillaje Morticia Adams y era castaña todavía. Le pregunté: ¿Así que vas a trabajar con Rial?. "No sabés –me dijo– me habían hablado tan mal de él y me pareció un tipo sensacional, hasta cariñoso, y me aseguró que voy a trabajar en total libertad".

¿Dónde habrán quedado esas primeras impresiones de los dos?

En competencia brutal por el liderazgo de la tevé berreta, y mientras se afanan por superar un virtual empate técnico en puntos de rating (ver infografía), el 2007 los exhibe hostiles sin eufemismos, entre el humor y la bizarrez. Aunque nunca con la virulencia del miércoles 20, cuando un crimen de la vida real pasó a ser munición de esta batalla mediática. Desde la pantalla de América, Rial acusó a su ex empleada de ser "un poco culpable" de la tragedia que protagonizó Oscar Canbarelli (el doble del ex Gran Hermano Damián Fortunato), detenido por el presunto asesinato de su mujer embarazada. Según el código de ética Rial, la chimentera del 9 hizo algo muy malo cuando reveló que Canbarelli tenía un pasado de actor porno.

La respuesta de Canosa no se hizo esperar. "Ahora que llegaste a tu casa, y yo sé que me mirás todos los días, sentate que te voy a hablar, aunque estés cargado de rivotril, que es lo que te mantiene en pie." El alegato de la colorada intentó descargarse el muerto que Rial le había tirado encima y, de paso, definir a su adversario como "un pobre hombre que es un perdedor en la vida y el trabajo". Todo con banda de sonido subliminal: Entre nota y nota se escuchó "Tu vida siempre ha sido una mentira", vociferada por Valeria Lynch, y un tema de Miguel Bosé empeñado en convencer de que "yo soy tu obsesión".

Corto mano, corto fierro. El lento camino hacia el estallido lo empezaron a andar en el 2001, con los primeros vientos autárquicos de la colorada. En el entorno de Rial dicen que ella empezó a hacer lobby en las oficinas de los directivos de América, mientras participaba del panel de Intrusos. Transgredió así el primer mandamiento del código rialesco que prescribe: "No te cortarás nunca solo". Y también el segundo: "Jamás morderás la mano del que te dio de comer".

Los barrabravas de Canosa dicen que fue el canal el que reparó en ella para conducir un nuevo programa de entretenimientos. Y que su jefa espiritual sólo vio luz y subió. La situación en el equipo se iba haciendo insostenible. Rial llegó a tirar un vaso de agua en la mesa durante un corte y abandonó el programa que tuvo que terminar Luis Ventura.

Al fin, Canosa consiguió el divorcio gracias a un contrato con canal 9. Y desde la vereda de enfrente, en la batalla de los canales sub líderes, rompió el tercer mandamiento de la sacrosanta iglesia rialesca: "Nunca le ganarás en el rating a tu ex jefe". Iban en el mismo horario y le sacaba algunas cabezas todos los días.

La muchacha de negro se fue envalentonando y quisieron convertirla en una nueva Susana. El programa se llamó ¿No será mucho? Y sí, fue demasiado. Encima, cometió la imprudencia de endilgarle el fracaso a los directivos del canal. Que pagó en un refrescante freezer entre el 2003 y hasta la emisión de los Martín Fierro del año pasado, un día antes de volver al aire con sus Profesionales.

La pulseada por liderar el mercado del chimento fue el gran motivador de episodios inéditos en la batalla del rating: como aquella oportunidad en que la ecológica Evangelina Carrozo dijo haber sido "secuestrada" por un equipo de producción de Canosa cuando creía que se subía al remise que la llevaría a lo de Rial y un tembloroso chofer le pidió: "por favor, no te bajes que pierdo el trabajo". El hecho siempre fue desmentido por la conductora.

Otro hito memorable será el vuelo rasante en helicóptero sobre la casa de Gran Hermano para relatar en directo cómo giraba el tambor del lavarropas en el jardín. Y sus denuncias escandalosas de "censura" porque en la última entrega de los Martín Fierro las autoridades de América no la dejaron subir a recibir un premio de Sofovich. Por no recordar las más increíbles persecuciones intimidatorias que le relató a Jorge Guinzburg por tevé, poco antes de su último regreso con gloria.

Como en cualquier guerra, los contrincantes tienen –además– aliados estratégicos, que se disputan con la misma voracidad que cada televidente. En el arranque del 2007, Canosa se benefició por el lazo que ataba a la tarde de Rial con los participantes de Gran Hermano y explotó a pleno lo más rendidor de la grilla: por un acuerdo con Telefe podía llevar a su programa a los recién salidos del encierro, pero también abrir su espacio a las celebrities de Tinelli. El efecto cascada fue tan benéfico que hasta se mezcló con el público en el estudio de Bailando por un Sueño como una fan más. También logró captarle al archirival dos socios históricos: Una es la explosiva Nazarena Vélez, que fue eyectada del círculo íntimo de Rial cuando se conoció el romance con Huberto Roviralta (uno de los peores enemigos del conductor), episodio que Canosa supo capitalizar convirtiendo a la rubia en casi exclusiva de Los Profesionales.

Pero el máximo botín de Canosa es la conquista de don Gerardo Sofovich, otrora venerado por Rial como un Padrino digno de emular, que ahora identifica con "algunos ancianos que se creen dueños del espectáculo".

"A Gerardo lo tengo yo" lo cacheteó al aire esta semana Canosa en un desopilante arqueo de caja con audiencia testigo.

¿A muerte? Si algo tienen en común es haber recotizado el género bastardeado de los chimentos. A fuerza de correr los umbrales del impacto, consiguieron que viejos lobos como Mauro Viale o Chiche Gelblung parezcan maestros de ética periodística.

Rial despegó después de terminar a las trompadas con su mentor Lucho Avilés. Canosa, triunfa en lucha abierta con su antiguo promotor.

Pero no se aflijan, tranquilos: pertenecen a la fuerte raza de "todo por un rating". Y si los puntos les bajan por separado, a barajar de nuevo y a reconciliarse, muchachos, que esto es televisión.

Me encanto este informe sacado de http://www.revista-noticias.com.ar/comun/nota.php?art=467&ed=1591
muy buenu

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